Diez minutos después de lo programado salió Santa María de la Alhambra de su templo, la reinstaurada Parroquia de la Encarnación. Ello se debió a unos rezos que se realizaron en el interior del templo antes de que se iniciara la estación de penitencia. Tuvo tiempo la Cofradía de recuperar su horario mientras se dirigían a la Carrera Oficial. La procesión fue completo y lucida. Como singularidad del cortejo el que continúa incorporando tras su paso a las representaciones de las cofradías no penitenciales que acude a su desfile.
Momento brillante, recuperado después de diez años en los que la procesión no salía y retornaba de su templo, el que se vivió cuando al iniciar el trayecto por la Cuesta de Gomérez, el pueblo fue el encargado de llevar al trono, momento que recogemos en uno de nuestros testimonio gráfico. Es uno de los instantes de mayor emotividad popular de nuestra Semana Santa que tiene su origen en aquella ocasión en la que saliendo la Cofradía todavía el Jueves Santo, durante la década de los 40 del siglo pasado, hubo de refugiarse en el Ayuntamiento ante la aparición de la lluvia. A la jornada siguiente fueron los fieles los encargados de portar a las Angustias hasta la ciudadela nazarí, llegando incluso a asomarla al Cubo de la Alhambra, antes de proceder a su encierro en su Iglesia. Pepe Carvajal, que debutaba en el martillo de este paso, fue el capataz encargado de arengar a la improvisada cuadrilla de costaleros. No le faltó su habitual gracejo.
Fue la única procesión de un Sábado Santo en el que la iconografía de nuestra Patrona estuvo un año más representada por esta corporación alhambreña que tanto empaque derrocha por las calles de Granada.
Momento brillante, recuperado después de diez años en los que la procesión no salía y retornaba de su templo, el que se vivió cuando al iniciar el trayecto por la Cuesta de Gomérez, el pueblo fue el encargado de llevar al trono, momento que recogemos en uno de nuestros testimonio gráfico. Es uno de los instantes de mayor emotividad popular de nuestra Semana Santa que tiene su origen en aquella ocasión en la que saliendo la Cofradía todavía el Jueves Santo, durante la década de los 40 del siglo pasado, hubo de refugiarse en el Ayuntamiento ante la aparición de la lluvia. A la jornada siguiente fueron los fieles los encargados de portar a las Angustias hasta la ciudadela nazarí, llegando incluso a asomarla al Cubo de la Alhambra, antes de proceder a su encierro en su Iglesia. Pepe Carvajal, que debutaba en el martillo de este paso, fue el capataz encargado de arengar a la improvisada cuadrilla de costaleros. No le faltó su habitual gracejo.
Fue la única procesión de un Sábado Santo en el que la iconografía de nuestra Patrona estuvo un año más representada por esta corporación alhambreña que tanto empaque derrocha por las calles de Granada.