La jornada del 2 de noviembre está dedicada en nuestro calendario litúrgico a los fieles difuntos. Las cofradías aprovechan este mes, a su vez consagrado a las almas del
purgatorio, para dedicar sus
eucaristías por las almas de sus hermanos fallecidos. La atención de las hermandades a sus miembros que abandonan este mundo viene de antiguo. Antaño junto con la asistencia hospitalaria, esta atención a los difuntos era una de las prácticas más comunes de las cofradías que solían encargarse de
facilitar un sepelio digno, atender las necesidades de viudas y huérfanos, así como de sufragar misas para facilitar la salvación de sus almas. Tiene esto su fundamento en la posibilidad de que al morir muchos hermanos no se dirijan
directamente al Cielo, sino que antes pasen por el Purgatorio, para disponer de un periodo de
purificación de sus pecados. Los que todavía estamos en este mundo, podemos colaborar para que este tránsito sea más fácil con nuestra oraciones y actividades piadosas.
Tanto es el celo de las cofradías en este aspecto, que fue habitual en otro tiempo la
proliferación de hermandades dedicadas a velar por las ánimas del purgatorio. En la
actualidad subsiste todavía una corporación de este carácter, bien es cierto que fusionada con una de penitencia, que fue la que acudió a su rescate para
evitar su desaparición. Se trata de la Hermandad de Ánimas, que también tiene el título de Sacramental, de la Parroquia de San José, que en 1987 se fusionó con la Cofradía del Silencio, la cual acudió en su rescate cuando su
pervivencia era muy difícil.
Otro rasgo hoy caído en el olvido, fue la
disposición de enterramientos para los cofrades. De ello subsisten hoy dos ejemplos arquitectónicos. Así en los
camerines del Rosario y de las Angustias, se conservan en su parte baja sendas bóvedas de enterramiento. Allí, a los pies de las
imágenes titulares de estas hermandades que ocupaban la planta superior, recibían
cristiana sepultura muchos de los miembros de estas dos asociaciones de fieles. En la
actualidad están en desuso, puesto que los enterramientos fuera de los cementerios están muy restringidos.
Podemos concluir, que frente a la
proliferación de las costumbres derivadas de la fiesta llamada de
Halloween, cuya aparente inocencia ha sido puesta en tela de juicio más de una vez,
importada desde Estados Unidos y cuya implantación se extiende de forma
abundante, nuestras cofradías
celosasde la tradición, mantiene vivo el espíritu propio de este tiempo litúrgico que nos
invita al recuerdo de los que os precedieron y a la oración por el eterno descanso de sus almas.
Fotografía: granada.org