Estamos celebrando el Año Sacerdotal. Los curas ocupan de oficio cargos muy importantes en nuestras hermandades. A ellos se reserva el ser Consiliarios o Directores Espirituales. Con ambos nombres se conoce su cargo, en el cual se deposita una de las principales autoridades de la corporación y algo mucho más importante, la dirección desde el punto de vista religiosa de estas comunidades cristianas. Estos cargos son nombrados por el Arzobispo, a veces a propuesta de las propias cofradías. No siempre existe sintonía entre estos consiliarios y las cofradías. A veces sencillamente porque nuestros curas conocen poco de las hermandades y casi siempre lo que saben está alimentado por las leyendas negras o urbanas que tan mala imagen ofrecen de estas corporaciones. En otras ocasiones sucede porque no se siente atraídos por este tipo de trabajo pastoral que requiere, por su dificultad, una vocación especial. Baste recordar el gran número de hermanos alejados que están integrados en las cofradías. Es curioso que en los últimos tiempos surjan numerosas vocaciones sacerdotales en las hermandades y que cuando estos se ordenan sacerdotes no suelen tener la posibilidad de trabajar como consiliarios en ellas. Dado que este surgimiento de vocaciones a la vida sacerdotal en el seno de las cofradías es relativamente reciente, la mayoría son jóvenes y siguiendo la política de destinos que rige la costumbre de la diócesis, suelen ser destinados a parroquias que no están en la capital. Bien es cierto que de ello se benefician las cofradías de estos pueblos. En este Año Sacerdotal, se debería de atender en las provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla, a una reflexión sobre sus funciones en las cofradías. Es una labor muy importante y que no merece ser descuidada. De la misma manera, las hermandades deberían reconocer el esfuerzo y dedicación de estos curas y plantearse como apoyarlos para que su trabajo sea más fructífero.