Las procesiones se enmarcan dentro de la llamada religiosidad popular. El Catecismo de la Iglesia señala: "Además de la liturgia sacramental y los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las forma de piedad de los fieles y la religiosidad popular". Según el mismo texto "estas expresiones prolongan la vida litúrgica de la Iglesia pero no la sustituyen". Sin embargo, si observamos la realidad, nos damos cuenta de que en muchos casos, especialmente durante la Semana Santa, estas expresiones sustituyen la vida litúrgica. Bien es cierto que hay un número importante de personas que no pensaban de ninguna manera participar en la liturgia propia de estos días y al menos sí participan de las procesiones. Algo es. Pero atención, los cofrades que lo seamos en su integridad, asumiendo nuestra catolicidad sin reservas, no podemos sustituir el Triduo Sacro o la Función de Palmas, por las actividades procesionales. Estamos primero en la obligación de hacerlas compatibles y después de procurar hacérselas compatibles a los demás. Debemos ser los primeros en dar ejemplo y armonizar los horarios. Es posible.