La actualidad manda. Hoy es el día de la Encarnación. La Catedral granadina está erigida en honor esta advocación mariana que representa el momento en que el Hijo de Dios se encarna en el seno de una mujer, la Virgen María. Nuestra cofradías no son ajenas a este hermoso acontecimiento. Así cada Domingo de Ramos sale a la calle la Encarnación, dolorosa de nuevo cuño, pertenecinete al ciclo que Dubé de Luque tallara para la Semana Santa de Granada. Coincidiendo con este día, la Conferencia Episcopal nos propone celebrar una Jornada por la Vida, que tiene su sentido cuando entendemos que en "España vivimos un tiempo dramático de desprecio a la vida y de sistemática amenaza a todo lo que represente la generosa entrega de la fecundidad como un ejercicio de responsabilidad personal y social que condiciona nuestro futuro". Lo entrecomillado procede de una línea editorial de la Cadena COPE de la presente jornada. Quiero suscribirlo y añadir, que para reprobar el aborto, ni siquiera he de recurrir a un sentimiento religioso. El ser humano lleva clavado en el seno de su corazón una ley natural que implica, entre otras cosas, no matar. Según los científicos, desde el mismo momento de la concepción existe ya un ser humano y por tanto, cuando practicamos un aborto estamos destruyendo una vida. Cuantos esfuerzos hagamos desde las cofradías por denunciar la aberración del aborto, serán pocos. Para mi esta postura que proclamo y que es contraria al aborto, supera incluso el hecho religioso, es una cuestión de sano juicio oponerse a ello. No se trata de una cuestión de libertad de conciencia de las madres embarazadas, sino de salvar la vida de los seres que llevan en sus entrañas, quienes no pueden ser sacrificados en defensa de esa pretendida libertad.