La grave situación económica por la que atraviesa nuestro país, ha obligado a las cofradías a multiplicar los gastos de las llamadas bolsas de caridad. El resto de las asociaciones de la Iglesia que atienden a los más desfavorecidos se ven en la misma tesitura. Se muestra así la imagen de un catolicismo militante y preocupado siempre por los más débiles. En el caso de nuestras cofradías, se está incluso atendiendo a algunos hermanos concretos que pasan por dificultades. A veces se trata de colaborar para la compra de comida, en otras hacerse cargo de algunos recibos domésticos imprescindibles; son muchas las labores que se desarrollan en este campo. La mayoría de esta situaciones en las que la pobreza llama a nuestras puertas, son muestras evidentes de la injusticia sobre la que hemos basado el sistema social vigente. Por tanto, además de atender las necesidades inmediatas, cabría preguntarse qué podemos hacer por mejorar este sistema. Mientras el sistema mencionado siga sin funcionar, las bolsas de caridad de las cofradías, en mayor o menos medida, continuarán cumpliendo una labor meritoria. Es precioso el nombre de bolsa de caridad. Al menos a mi me lo parece. La palabra caridad ha menudo, debido al desconocimiento de la lengua, ha sido tenida incluso por algo casi peyorativo. La Caridad es una virtud teologal, que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos. Luego está la palabra bolsa. Las bolsas por lo general son opacas y no dejan ver lo que hay en su interior.
Cumplimos así ese precepto según el cual se pide que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Esto último por cierto, debe realizarse con matices en la sociedad actual. Vivimos en un tiempo donde la imagen prima y por tanto, sin hacer alardes innecesarios de ello, sería conveniente que se supiera que las hermandades dedican una parte sustancial de sus ingresos a obras sociales a través de sus bolsas de caridad. Los que pertenecemos al mundo cofrade lo sabemos, pero hay un grupo importante de personas que piensa que lo nuestro es la procesión y el gasto en ornatos. Deben conocernos mejor y por ello sería conveniente que se supiera que nuestras bolsas de caridad, tratan de ser el primer auxilio, ante esa lacra que el actual sistema social, por muy avanzado que nos parezca, no logra impedir y que es la pobreza.
Cumplimos así ese precepto según el cual se pide que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Esto último por cierto, debe realizarse con matices en la sociedad actual. Vivimos en un tiempo donde la imagen prima y por tanto, sin hacer alardes innecesarios de ello, sería conveniente que se supiera que las hermandades dedican una parte sustancial de sus ingresos a obras sociales a través de sus bolsas de caridad. Los que pertenecemos al mundo cofrade lo sabemos, pero hay un grupo importante de personas que piensa que lo nuestro es la procesión y el gasto en ornatos. Deben conocernos mejor y por ello sería conveniente que se supiera que nuestras bolsas de caridad, tratan de ser el primer auxilio, ante esa lacra que el actual sistema social, por muy avanzado que nos parezca, no logra impedir y que es la pobreza.