He tenido la oportunidad de compartir algunos ensayos de costaleros. Soy de los convencidos de que sólo se puede hablar de lo que se conoce y mi curiosidad me ha llevado en estas frías noches de Cuaresma a observar la labor de estos grupos de cofrades. Al margen de las cuestiones técnicas, lo que más me ha llamado la atención es el marco de convivencia intergeneracional que se da en torno a esta actividad. En pocos espacios sociales se da este fenómeno donde personas de edades muy diversas, se unan con un mismo fin, practiquen una disciplina común y lo que para mi es muy importante convivan. Al término del ensayo se suele disfrutar de alguna bebida y un bocadillo, momento que se aprovecha para una amena tertulia, donde relajados después del esfuerzo, se hace una vida social sanísima. Un valor positivo más de nuestras cofradías.