La Cuaresma no debe ser un tiempo para la tristeza. Antes al contrario, debemos afrontarla con el convencimiento de que es el camino que nos conduce hacia la feliz noticia de nuestra Redención a través de la muerte de Cristo en la Cruz y de su Resurrección. En este último asunto, sin duda capital, el de la Resurrección de Jesús, los cofrades debemos avanzar. No falto a la realidad si describo que un cierto hálito de melancolía llena el corazón de muchos de nosotros cuando llega el gran día del Domingo de Resurrección. Con él se acaba una Semana Santa y quedará en torno a un año para que de nuevo se produzca un acontecimiento similar. Ello será porque no hemos interiorizado en nuestro corazón lo capital de toda la historia que rememoramos en la Semana Santa. Este relato repleto de escarnios, azotes, burlas, con la crueldad de la Cruz ... tiene un final felicísimo, repleto de esperanza, porque Cristo Resucita. Nuestra procesiones, cultos, presentaciones etc., son instrumentos para guiarnos por la senda que conduce a la Pascua de Resurrección. Si al final de todo no estamos gozosos, habremos hecho de forma equivocada ese camino. Habrá contenido emociones, arte, tradición ... pero no nos habrá guiado hacia el punto que nos colme para nuestra vida. Este tiempo de Cuaresma debemos de aprovecharlo para con nuestra oración, fomentar la Fe de Cristo Resucitado.