miércoles, 16 de septiembre de 2009

LA VIRGEN DE LA AMARGURA CONSERVA SUS MANOS ORIGINALES

La Virgen de la Amargura continúa con sus manos originales después de que tras la última estación de penitencia fuera devuelta a esta situación en cumplimiento del acuerdo del Cabildo. La imagen fue concebida originalmente con las manos entrelazadas, como es típico en el estilo escultórico granadino, pero cuando hace sesenta años se incorporó como titular a la Cofradía de la Oración en el Huerto, se le colocaron unas separadas. En el pasado curso un Cabildo de Hermanos autorizó devolverla a su estado primigenio, aunque para la procesión estuviera como habitualmente ha recibido culto por parte de la corporación. Ahora con motivo de sus vísperas celebradas ayer y el triduo que comienzan en el día de mañana, a partir de las ocho y media, se observa con las manos originales atribuidas al taller de los Mora. Así también se expondrá en besamanos l domingo, entre las diez de la mañana y las ocho y media de la tarde. Lo que no se conoce es cómo saldrá en procesión en próximas semanas santas, puesto que la decisión corresponde a las Madres Comendadoras, en calidad de propietarias de la talla, en cuyo criterio confía la Hermandad.
Numerosos cofrades se acercaron ayer a las Vísperas Solemnes en las que participaron el Coro Amigos Cantores, el saetero Curro Andrés y recitaron poesías María del Carmen González, el investigador y pregonero José Cecilio Cabello, el actor y hermano de la Cofradía José Cantero y César Gómez-Hörm, autor de los boradados "del manto de las granadas" que luce durante estos días la Virgen. Ayer fue también día de exposición pública de la Soledad de Santo Domingo, que dado que se trata de una imagen de talla se expuso en besapiés, los Dolores, que lucía sus mejores galas y estuvo en besamanos, y la Virgen del Mayor Dolor, de la Cofradía de los Escolapios, que ocupó el altar mayor de la Parroquia de San José de Calasanz, en un sencillo altar de cultos, caracterizado por la penumbra sólo interrumpida por algunos candelabros y los dos ciriales que daban luz al Cristo de la Expiración que permanecía en el lugar que habitualmente ocupa en el retablo central del templo.